martes, 5 de abril de 2011

Leo, el león de la Metro Goldwyn Mayer



El 21 de septiembre de 1927 se estrelló en Arizona un avión fletado por la Metro Goldwyn Mayer. El aparato, un Brougham modificado, debía llevar de Los Ángeles a Nueva York a una de las estrellas de la compañía, reclamada para cumplir ciertos compromisos publicitarios. No hubo víctimas pero al llegar los bomberos al lugar del accidente se llevaron una buena sorpresa. 

Y es que la estrella que viajaba en el avión era Leo, el león emblema de la Metro, un felino al que durante toda su vida persiguió la mala suerte, o la buena según se mire. Leo no solo salió ileso a este accidente de avión sino que también sobrevivió a dos accidentes ferroviarios, un terremoto, un incendio y una inundación. De hecho ya el barco que lo trajo a EEUU estuvo a punto de naufragar. 


Aunque a todos los leones de la Metro se les conoció popularmente como Leo el león, el primero, protagonista del accidente, se llamaba Slats y había nacido en el zoo de Dublín en 1919. Trabajó para la Metro entre 1924 y 1928 y nunca llegó a rugir en pantalla, era la época del cine mudo. No obsante al público le encantaba.

Durante dos años recorrió los Estados Unidos promocionando los famosos estudios cinematográficos. Solía acudir a los estrenos de las películas en su propio vehículo desde el que sus cuidadores repartían autógrafos.

Slats dejó su puesto en 1928 al ser sustituido por Jackie (es el leon cuyo rugido se graba en la foto de portada). Jackie era físicamente muy parecido a Slats y tuvo el honor de ser el primero cuyos rugidos pudieron ser oidos por los espectadores de las películas, vía gramófono claro. 



Por cierto... seguramente te preguntaras... Y ¿que pasó con Slats, el primer león de la Metro? Volney Phifer, su adiestrador, compró una granja en Gillette, Nueva Jersey, a donde llevó muchos animales utilizados en los espectáculos de Broadway cuando ya no interesaban a sus dueños.

Allí llevó también a Slats donde viviría ocho años más hasta su muerte en 1936. Y allí reposan sus restos, bajo un pequeño bloque de granito y un pino, que el propio Phifer plantó tras la muerte de la bestia. Según Phifer mientras el árbol se mantenga en pie sus raíces dominarán el espíritu de Slats.

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